Nació en Francia en 1947 y desde hay vivió y trabajo entre Paris, New York y los Ángeles. en 1964 comenzó en las calles de su ciudad natal Saint-Etienne unas actividades radicales provocadas por los acontecimientos de 1968. Orlan haría uso de su cuerpo como medida en un espacio arquitectónico determinado.
es una artista francesa que decidió utilizar su como materia prima para hacer con él una obra de arte. Es decir, convertirse a sí misma en su propia obra de arte. La manera que encontró para lograrlo fue someterse a 9 cirugías plásticas. Su crítica a los cánones de belleza actuales y su deseo de transgresión la llevó a ser hoy en día reconocida por su arte corporal.
Su trabajo se inició con la propuesta de medir edificios con su propio cuerpo, es decir, contaba cuántos “Orlan” medía cada edificio. Allí ya había comenzado su interés por el uso del cuerpo como herramienta de trabajo para dar rienda a su creatividad.
El resultado de esto fue su manifiesto de Arte Carnal, (Carnal Art) con el que el mundo conoció su obra. En este manifiesto Orlan aclara que es un arte que utiliza los nuevos medios técnicos y que si bien es arte carnal, no profundiza en el dolor. Por el contrario, lo que busca es realizar una crítica a la concepción del cuerpo que inculcó el cristianismo: que el dolor físico se convierta en una forma de redención y de camino hacia el paraíso.
Pienso que es una forma de exprecion que aunque no es muy conveniente es propia y distinta a lo que estamos acostumbrados, esta artista es bastante creativa, original, e impactante, lo que al final de la historia se reduce a un éxito total.
En sus cirugías ella no busca alcanzar un cuerpo perfecto, sino todo lo contrario. Busca la belleza en el arte, en la transgresión y la diversidad, y lo encuentra, por ejemplo, en los dos “cuernos” que lucen en su frente. En sus cirugías también buscó alcanzar un rostro similar a la Venus de Milo de Boticelli, y la Mona Lisa de Leonardo Da vinci, dos hitos de belleza femenina en el arte.
Esta obra de arte carnal, generó grandes críticas. La primera se refiere a la técnica, a lo que ella responde “Utilice la cirugía plástica para desviarla de su búsqueda del rejuvenecimiento y para demostrar que la belleza no siempre tiene una apariencia bella”.
La segunda crítica se podría referir al uso nocivo de su cuerpo, y ella responde: “Nuestro cuerpo solo nos pertenece a nosotros y nadie más tiene el derecho de decirnos cual debe ser nuestra apariencia” y repite siempre “He donado mi cuerpo al arte”.
Durante ésas performances ella se mantiene despierta, lee fragmentos de algunos autores y participa de diversa manera mientras los cirujanos van rediseñando su cuerpo. En su manifiesto, Orlan recalca dos cosas: Que lo que hace es un autorretrato clásico con nuevos medios técnicos, vinculando el desarrollo de los imaginarios a las técnicas; y que el arte carnal no investiga el dolor ni la redención por medio de este. Así, sus performances evidencian una profunda crítica a la concepción de cuerpo cristiano, que separa alma de cuerpo de manera que el dolor físico se convierte en una forma de redención, sinónimo del sufrimiento como camino al paraíso y modelo al cual se suscribe la religión predominante de occidente.
La ética es el dominio de la ironía, en cuanto a espacio de desarrollo y territorio, y el trabajo de Orlan puede entrar a dialogar directamente con la percepción personal del cuerpo cristiano desde una lectura paródica. Sin embargo, su propuesta va más allá de una cuestión de ideologías y se instala como una acción constante de reconocimiento en cuanto a mujer y artista, desplegando los límites de una sociedad acostumbrada a un modelo de belleza y de educación corporal, que establece vacíos muy grandes frente a los inminentes cambios que trae el conocimiento de la era del genoma y del ADN.
Las performances de cirugías estéticas que dieron forma a su manifiesto de Carnal Art y que hicieron conocida su obra a nivel masivo, tienen su raíz en todo el trabajo anterior, y en ellas reúne muchas de las obras que había realizado. Orlan se ha sometido a siete operaciones para cambiar su apariencia física de forma extrema –actualmente posee dos “cuernos” en su frente, que maquilla de color plateado para destacar- desarticulando el canon con el cual estas operaciones son utilizadas comúnmente. Es decir, no las utiliza para acercar su apariencia al modelo de belleza occidental.
Durante ésas performances ella se mantiene despierta, lee fragmentos de algunos autores y participa de diversa manera mientras los cirujanos van rediseñando su cuerpo. En su manifiesto, Orlan recalca dos cosas: Que lo que hace es un autorretrato clásico con nuevos medios técnicos, vinculando el desarrollo de los imaginarios a las técnicas; y que el arte carnal no investiga el dolor ni la redención por medio de este. Así, sus performances evidencian una profunda crítica a la concepción de cuerpo cristiano, que separa alma de cuerpo de manera que el dolor físico se convierte en una forma de redención, sinónimo del sufrimiento como camino al paraíso y modelo al cual se suscribe la religión predominante de occidente.
La ética es el dominio de la ironía, en cuanto a espacio de desarrollo y territorio, y el trabajo de Orlan puede entrar a dialogar directamente con la percepción personal del cuerpo cristiano desde una lectura paródica. Sin embargo, su propuesta va más allá de una cuestión de ideologías y se instala como una acción constante de reconocimiento en cuanto a mujer y artista, desplegando los límites de una sociedad acostumbrada a un modelo de belleza y de educación corporal, que establece vacíos muy grandes frente a los inminentes cambios que trae el conocimiento de la era del genoma y del ADN.
Es importante señalar que el trabajo de Orlan se plantea consiente de la historia del cuerpo en occidente. Si bien no apela a un discurso de civilización, se remite a la cultura europea en todo momento, tomando como referentes la representación de la mujer a lo largo de la historia del arte occidental, así como en la actualidad.
El cuerpo Obsoleto Sterlac
Una reciente entrada de We make money not art nos recordaba el trabajo del artista australiano Stelarc al que, sin duda, le debíamos una entrada en Inicios. Stelarc cuenta con una larga trayectoría de utilización del arte para mostrar sus ideas sobre el cuerpo humano en relación con el momento en que vivimos. Su obra, a menudo desagradable en la primera impresión, juega con los límites del cuerpo. Su última creación parece ser un autoimplante de una oreja en su brazo izquierdo, incluyendo un micrófono que ha tenido que ser extraído por complicaciones tras la operación. La foto muestra una de sus obras más conocidas, con su propio cuerpo en suspensión -en realidad, colgado de unas cuerdas a través de anzuelos- mientras los altavoces reproducían las pulsaciones de su corazón, cada vez más rápidas.
EL CUERPO HUMANO ha sido rebasado por la tecnología y los medios actuales, Stelarc simplemente lo ha declarado OBSOLETO. La raza esta estallando en pedazos bajo el impacto de su propio saber
Lo interesante del concepto de suspensión, es la escultura corporal insertada en el espacio, visto como parte de otras esculturas del ambiente, no teniendo nada que ver con elementos meditativos. El cuerpo es visto como parte de la evolución de la arquitectura, ya que para el artista EL CUERPO NO ES UN OBJETO DE DESEO, SINO DE DISEÑO.